Algunos
lo hacen sólo por dinero. Otros, encuentran en su trabajo una
satisfacción en sí misma. Lo cierto es que para maximizar la
productividad, es necesario adentrarse en la motivación de las distintas
clases de personas.
Si se puede! |
Una aproximación antropológica o
humanística al problema de la productividad debe comenzar por una
pregunta sobre la finalidad que se busca al trabajar.
En efecto, si pretendo que las personas trabajen más y mejor, debo antes saber por qué trabajan.
Y también debo descubrir si la finalidad o motivación por la que lo
hacen es lo suficientemente valiosa para mejorar la calidad y cantidad
del trabajo, meta última de la productividad.
Inspirado en Juan Antonio Pérez López,
profesor huésped del IPADE durante muchos años, el hombre puede estar
animado por varios tipos de motivación:
- Motivación extrínseca
La motivación extrínseca se encuentra relacionada con lo que el trabajador puede obtener de los demás con su trabajo. En principio, cuando trabajan, las personas buscan la propia subsistencia y el bienestar material (léase "tener más").
Sin embargo, por sorpresivo que pudiera parecer, la motivación extrínseca no es la mejor razón por la que se ha de buscar la productividad. Es más, ni siquiera la aumenta (incluso, puede perjudicarla).
Cuando el trabajo se considera algo
ajeno a mí, una carga que debo aceptar para obtener aquello que deseo,
acaba por convertirse en un costo. Y, aplicando la ley según la cual
todo costo debe minimizarse, me las arreglaré para trabajar lo menos
posible.
- Motivación intrínseca
La motivación intrínseca se refiere a lo que se obtiene en sí del trabajo mismo.
Esta motivación es de un orden superior a la extrínseca porque, en
ella, el trabajo provee el medio más propicio para desarrollar nuestras
mejores capacidades, ampliar los espacios de nuestra perfección y
desplegar el horizonte humano que tenemos por delante.
En este caso, el trabajo resulta intrínsecamente motivador. Sólo una cultura que haga ver los valores positivos del trabajo (no positivos como medio para conseguir otra cosa, sino positivos por sí mismos) estará en condiciones de lograr una productividad cada vez más alta.
- Motivación transitiva
En efecto, aunque los bienes intrínsecos
al trabajo mismo son efectivamente motivadores en la propia dinámica
laboral, tienen un límite individual y necesitan ampliarse trascendiendo
o traspasando su valor a otras personas. Así, saldríamos del ámbito de
las motivaciones intrínsecas para entrar en el de las motivaciones
transitivas.
Las motivaciones transitivas me mueven a trabajar en beneficio de los otros, de manera que el interés de mi trabajo sale fuera de mí para volcarse sobre los demás. Y aquí es donde se encuentra la clave de la circulación de las motivaciones.
Los demás, de acuerdo con su motivación
primera y de corto alcance, buscan bienes extrínsecos, que se ven
satisfechos gracias a mi trabajo. Así, mi trabajo, movido por una
motivación transitiva proporciona a los otros los bienes extrínsecos que
ellos buscan.
- Motivación trascendente
La motivación trascendente se refiere a la actitud del líder para desarrollar las potencialidades de sus clientes y subordinados.
La clave que surge en nosotros al
contacto con las tres dimensiones de la motivación hasta ahora
desarrolladas (extrínseca, intrínseca y transitiva), reside precisamente
en la calificación moral del bien que proporciono a los demás cuando
trabajo con motivación transitiva.
Si
los bienes o servicios que les proporciono no responden a una necesidad
o conveniencia de su naturaleza humana, entonces mis motivaciones serán
transitivas pero no trascendentes; serán a lo sumo intrascendentes y
esto no es aliento ni motivación.
La
motivación trascendente se orienta a satisfacer, en los otros,
necesidades no demandadas. Trascender adquiere aquí un sentido nuevo:
por beneficiar a otro, me aventuro a pasar por encima de mí mismo.
Como dice Nuria Chinchilla, del
IESE, el líder trascendente es aquél que tiene como propósito la mejora
de aquellos a quienes dirige y sirve. Busca, preferentemente, que las
personas desarrollen todo su potencial y que interioricen la misión de
la organización.
El líder empieza con el sentimiento
natural del querer servir. Y, para ser consecuentes, esta motivación
debería convertirse en otra más completa: "mientras les sirvo, ¿esas
personas son... más capaces de llegar a ser servidores de otros?"
Fuente: Materiabiz.com
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