Después
de varios años desempeñando un mismo puesto de trabajo, un empleado
puede comenzar a sentirse insatisfecho con el mismo, sobre todo si
durante todo ese tiempo ha estado realizando las mismas funciones.
Este desencanto puede llevarle a buscar
un nuevo empleo, lo cual para la empresa supone una pérdida de talento,
sobre todo si se trata de trabajadores cualificados, con experiencia y
que cumplen con su trabajo satisfactoriamente.
Para evitar esto, así como el coste en
tiempo y dinero que supone formar a un nuevo empleado, es necesario que
el empresario ponga en marcha una serie de estrategias dirigidas a
retener a su empresa a los trabajadores y evitar tener que estar
contratando continuamente.
En este aspecto es sumamente importante la retroalimentación,
es decir, tener entrevistas con los empleados que nos permitan
determinar su nivel de satisfacción dentro de la empresa y cómo podemos
mejorarlo, y atender a sus aspiraciones en este aspecto que, aunque
generalmente versan sobre el sueldo, también suelen ser relativas a un
cambio de departamento, horario, o a desacuerdos con el jefe directo.
También es aconsejable crear relaciones entre los jefes y los empleados,
ya que, aparte de facilitar el trabajo en equipo, un vínculo positivo y
significativo con los jefes supone en muchos casos una razón de peso
por la cual los empleados deciden permanecer en la empresa.
Tener oportunidades para
desarrollar una carrera profesional dentro de la empresa también
estimula a los trabajadores a permanecer en ella. Por ello,
deberemos facilitarles la formación a nivel profesional, así como
brindarles la posibilidad de acceder a departamentos en los que estén
más interesados o a puestos superiores en la jerarquía.
No se debe ver la inversión en retener el talento en una empresa como un costo, sino como un beneficio para la empresa y un valor añadido para la misma.
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