El verdadero diferenciador de una empresa es el talento humano con el que cuenta.
Sin embargo, muchas veces vemos como en las compañías hay un temor y
una falta de comunicación entre los diferentes niveles jerárquicos que
impiden que los trabajadores den sus opiniones, aporten sus sugerencias y
puedan, efectivamente, poner su conocimiento a disposición de la
empresa.
En la década de los 60’s, un antropólogo
holandés, Geert Hofstede, estudió diversas dimensiones culturales que
determinan el comportamiento típico en diferentes países.
Una de tales dimensiones es la que se
conoce como el índice de distancia al poder, el cual mide el respeto por
la jerarquía y la relación con la autoridad en una cultura determinada.
Posteriormente, Malcolm Gladwell, periodista de diarios como The Washington Post y The New Yorker,
tocó el tema de la relación entre este índice y la ocurrencia de
accidentes aéreos por causas relacionadas con fallas en la comunicación,
encontrando que en los países donde este índice es más alto hay más
probabilidad de sufrir accidentes.
Cuando ocurren problemas en el avión, la
comunicación entre los tripulantes y los controladores aéreos es
fundamental. Sin embargo, en muchas ocasiones este aspecto tan
importante falla por miedo, por ejemplo, del copiloto de contradecir al
piloto ó de los tripulantes para informar eficazmente su situación a los
controladores.
En los países de Latinoamérica, en general el índice de distancia al poder es muy alto. Chile, con 63, Perú con 64, Ecuador con 78 y Colombia con 67 están dentro los países en los cuales este índice tiene valor más elevado. Esto se refleja en el mundo empresarial.
Es común que nuestras empresas
se caractericen por tener organigramas altos, alta diferencia en los
salarios entre los directivos y el resto de empleados, toma centralizada de decisiones y fallas en el trabajo de equipo por la falta de comunicación, entre otras falencias.
Estas características dificultan el
rendimiento empresarial, a la vez que desgastan el ambiente laboral al
impedir que los empleados se sientan en la libertad de expresar sus
opiniones, desacuerdos, propuestas, etc. Para que realmente los
empleados aporten valor a las empresas y se conviertan en el
diferenciador que las mismas esperan que sean, deben contar con los
espacios y con el ambiente propicio para expresarse, sin estar limitados
por políticas que fomentan la jerarquía y la división entre el equipo
directivo y el resto de empleados.
Por eso, si las empresas colombianas y
latinoamericanas realmente quieren impulsar a sus empleados a aportar
ideas, exponer sus puntos de vista, contradecir las opiniones de sus
superiores cuando las consideren sin fundamento, etc, deben enfocarse en
derribar ese paradigma cultural que se impregna también en la empresa,
promoviendo espacios de interacción y entornos de confianza y
colaboración mutua que dejen atrás el ambiente jerarquizado y falto de
comunicación que predomina actualmente.
Un empleado que exponga su punto
de vista, así contradiga a su jefe, es más valioso para la empresa que
uno sumiso, que se guarda sus opiniones y sus desacuerdos por miedo a la
autoridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario